El ligamento cruzado anterior (LCA) es uno de los ligamentos principales de la rodilla y conecta la parte de delante de la tibia con la parte lateral del fémur. Su función es la de evitar la rotación de la tibia y la angulación hacia los laterales.
El LCA es uno los ligamentos que sufre con mayor frecuencia, y puede llegar a romperse por diversas causas: un movimiento brusco, un impacto o un traumatismo... tras la rotura es muy recomendable, por no decir imprescindible, una rehabilitación progresiva de movimiento y fuerza.
En el proceso de rehabilitación del LCA se pretende disminuir el exceso de inflamación de la rodilla, tratar el tejido cicatrizal de las incisiones y mejorar el rango articular. Una buena forma de hacer rehabilitación es a través de la natación y la marcha.
Las fases de rehabilitación podrían dividirse por semanas:
- La primera semana debe ser de reposo de la pierna al que se le añade la
aplicación de frío y un desplazamiento mínimo acompañado siempre por muletas.
- Entre la primera y la segunda semana, además de lo anterior, añadiremos una estimulación del soporte del peso corporal si el paciente es capaz y la práctica de ejercicios activos de flexión de la rodilla.
- Entre la segunda y tercera semana ya puede comenzar la movilización de la rótula y la marcha sin muletas, además de realizar ejercicios activos hasta limitación por dolor y ejercicios en piscina y sobre bicicleta estática.
- En las semanas 3 y 5 ya se debe comenzar el entrenamiento propioceptivo y los ejercicios para cuádriceps e isquiotibiales. Es importante ejercitar toda la musculatura que rodea la rodilla.
- Entre las semanas quinta y sexta, además de lo anterior ya se debe poder trotar y realizar carrera suave, además de comenzar con los ejercicios de agilidad
- Ya entre las semanas séptima y décima lo único que se debe hacer es intensificar el ejercicio anteriormente realizado y correr sobre una superficie uniforme
- A partir de los tres meses la lesión está prácticamente recuperada y la recuperación de la lesión del ligamento debe centrarse en el fortalecimiento de las musculaturas implicadas en la rodilla para proteger al máximo la articulación.
A lo largo de toda la rehabilitación, desde los primeros días, pueder ser muy recomendable la aplicación de magnetoterapia. Existen unas rodilleras que aplican la
magnetoterapia sin necesidad de recurrir a sesiones en centros especializados y son perfectamente anatómicas y cómodas.
No olvides que la rehabilitación siempre debe ser supervisada por un profesional que te aconseje los ejercicios y la intensidad que mejor se amolde a tu situación.