La inflamación es una respuesta defensiva de nuestro organismo ante una lesión o enfermedad. Cuando la inflamación es persistente puede llegar a convertirse en una dolencia grave. Además de los fármacos antiinflamatorios y las diferentes terapias contamos con herramientas naturales que pueden ayudarnos a reducir la inflamación, prevenirla e incluso acelerar la recuperación de lesiones.
Numerosos estudios han comprobado que las poblaciones cuyo consumo de pescado graso es mayor tienen menor riesgo de padecer infarto de miocardio, es el caso de los japoneses o los esquimales. Esta peculiaidad se debe al Omega 3 que ejerce una función protectora como anticoagulante de la sangre al mismo tiempo que actúa como potente antiinflamatorio lo que reduce el riesgo de sufrir coágulos y trombosis.
Esta propiedad antiinflamatoria no solo permite mejorar el estado de nuestro organismo ante una lesión sino que reduce los síntomas de enfermedades de tipo crónico como la artritis y la artrosis.
En el mercado podemos encontrar infinidad de suplementos con ácidos grasos Omega 3, no obstante debemos tener en cuenta que estas grasas se encuentran en multitud de alimentos básicos y que, siguiendo una dieta rica y equilibrada, podemos recibir los aportes necesarios de Omega 3 para mejorar nuestras lesiones y dolencias.
Algunos alimentos ricos en Omega 3: Nueces, grosella, algas y pescado azul (salmón, caballa, atún...) entre otros.