La cadera es una de las articulaciones de carga de peso más grandes del cuerpo. Como se trata de una articulación esférica, la cadera puede permanecer estable cuando el cuerpo se inclina, gira o efectúa movimientos extremos. Una cadera sana le permite caminar, agacharse y girar sin dolor; pero si se lesiona, es probable que le cause dolor al moverse. Para reemplazar una cadera natural se emplea una prótesis.
Una cadera sanaEn una cadera sana, los extremos del fémur y la pelvis (zona de unión entre la cadera y el fémur) están recubiertos de cartílago liso. Esto permite que la esfera se deslice sin problemas dentro de la cavidad. Cuando los músculos cercanos soportan el peso y las articulaciones se mueven libremente, es posible caminar sin dolor.
Una cadera enfermaEn una cadera dañada, el cartílago desgastado ya no puede servir de amortiguador. A causa de la fricción constante, los huesos ásperos adoptan una forma que se vuelve irregular y su superficie tiene el aspecto de papel de lija. La cabeza del fémur roza contra el acetábulo al mover la pierna, causando dolor y rigidez.
La prótesisUna esfera artificial sustituye a la cabeza del fémur, y una copa artificial ocupa el lugar del acetábulo. Se inserta un vástago dentro del hueso, para darle estabilidad. Estas piezas se conectan entre sí para crear su nueva cadera artificial. Las piezas tienen superficies lisas en las zonas que articulan entre si, facilitando el movimiento y reduciendo el desgaste. En las zonas que se unen al hueso pueden tener una superficie rugosa, para que el hueso agarre la prótesis.
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