En el cuerpo disponemos de innumerables receptores y sensores que mantienen informados a nuestro cerebro de la posición de nuestras extremidades, la contracción de nuestros músculos, los movimientos, el equilibrio y otro tipo de información que puede ayudarnos a prevenir lesiones en caso de caídas y traumatismos.
La propiocepción es un sistema automático de defensa que en ocasiones puede fallarnos por sufrir una agresión muy fuerte o por no estar alerta en el momento del traumatismo. El uso de tobilleras o agentes externos que provocan calor en la articulación y el cansancio pueden hacer que nuestro sistema propioceptivo falle.
Tanto los ejercicios de propiocepción como los tratamientos a nivel muscular y articular son fundamentales para la recuperación de una lesión. Por ejemplo si sufrimos un esguince los receptores que se encuentran en el ligamento se desconectan por lo que dejan de transmitir información al cerebro, de ahí que tras una lesión musculo esquelética no tratada con propiocepción se multiplique la posibilidad de volver a sufrir una lesión.
Los ejercicios de propiocepción deben estar guiados por un fisioterapeuta. Estos ejercicios se basan en diferentes
sistemas y técnicas para recuperar el sistema propioceptivo, someteniendo a la zona lesionada a dificultades progresivas con los ojos cerrados a fin de que el sistema se reactive y evitar así posibles lesiones futuras.